sábado, 3 de diciembre de 2011

vacía...

La luz se cuela entre las rendijas de la persiana un día más. Tímidamente y con dificultad, abro los ojos. Intento saber cómo me siento hoy, pero es imposible: Nada. 

Y cuando ya no sientes ni alegría, ni tristeza, ni el dolor que te ha perseguido por todos los rincones estos meses te das cuenta de que estás vacía. Vacía porque a un "¿qué tal?", no sabes qué responder; porque lo que antes te hacía reír, ya no provoca una mínima reacción en tu cara; porque ya no te apetece hablar con la gente, pero tampoco estar sola; porque eres incapaz, incluso, de llorar cuando el mundo consigue desbordarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario